Opinión: Qué implica ser una buena agencia de cooperación – Reflexiones desde AGCI Chile
Escrito por Claudia Aguilar Garza en The South south oportunity
Siendo una de las agencias más antiguas de América Latina, la Agencia de Cooperación Internacional de Chile (AGCI) refleja vivamente cómo los países de renta media moldean y contribuyen al sistema del desarrollo cada vez más global. Nacida en 1990 con la vocación de canalizar recursos externos para el desarrollo nacional de la recién recuperada democracia, la AGCI de hoy se ha posicionado como precursora en enfoques innovadores de la cooperación Sur-Sur y triangular, a través de la gestión de fondos para el financiamiento de proyectos, la búsqueda activa de “socios de segunda generación”. También constituye una entidad piloto de la canalización del financiamiento climático a gran escala, en particular a través del Fondo de Adaptación.
Partiendo de una base institucional bastante consolidada, la AGCI se embarcó recientemente en un proceso de reflexión sobre cómo fortalecer su modelo de gestión tomando en cuenta las amplias oportunidades internacionales. Facilitado por la consultoría de MultiPolar, este proceso implicó, entre otros aspectos, un análisis comparativo de la institución en el contexto internacional, en particular vis-a-vis con agencias de otras economías emergentes, muchas de las cuales se encuentran en construcción o están pasando por reformas de gran calado.
En este marco dinámico global, son varios los valores que la agencia añade como ejemplo de buenas prácticas al ‘hábitat’ de agencias del Sur, cada vez más poblado. No obstante, existen áreas en las que el Gobierno de Chile prevé invertir a futuro, con el deseo expreso de recoger los frutos logrados en una consolidada tradición de cooperación Sur-Sur, y en particular su proactivo posicionamiento internacional a lo largo de los últimos años.
Hoy por hoy, no cabe duda de que la AGCI se ha ganado el aprecio de socios, tanto del Sur como del Norte, con base en la pertinencia de sus acciones y la calidad del expertise que ofrece. Uno de los avances más claros son los Programas País que permiten coordinar proyectos y acciones de la AGCI junto con los Gobiernos socios, evitando así la fragmentación que se puede observar en otros proveedores de cooperación Sur-Sur. De hecho, los Gobiernos socios de Chile suelen destacar la cercanía de AGCI en términos de comunicación y de alineamiento a sus prioridades, que se ha consolidado mediante estos enfoques programáticos.
En la práctica, la cooperación chilena se nutre de las soluciones y el expertise desarrollados en los ministerios e instituciones sectoriales, algunos con una larga tradición de cooperación propia, tales como el Fondo de Solidaridad e Inversión Social (FOSIS) y el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), entre muchos otros. Estos entes públicos desarrollan proyectos y acciones o bien de manera conjunta con AGCI, o bien por sí mismos, con el financiamiento de organismos multilaterales o de otras fuentes del estado de Chile. Esta diversificación de las actividades de cooperación de los sectores, muy leales a la “marca país” de Chile en el exterior, no ha llevado a la elevada competencia que sufren otras agencias del Sur, sino que tiende a enriquecer el sistema chileno en su conjunto.
De gran relevancia para otras agencias de cooperación en el mundo, se encuentran las experiencias de AGCI en cuanto a instrumentos financieros innovadores, tales como el Fondo Chile-España para la Cooperación Triangular (creado en 2009), por un monto de 1.3 millones de euros, y el Fondo México-Chile (creado en 2008), que canaliza dos millones de dólares anuales y se centra crecientemente en la triangulación de segunda generación (Sur-Sur-Sur). Sin duda, a pesar de ciertos techos en la capacidad de absorción a mayor escala, Chile es hoy por hoy uno de los socios triangulares más atractivos para los donantes tradicionales. Esto se debe, entre otros aspectos, a su compromiso con principios básicos de eficacia, su elevada permeabilidad hacia las prioridades de los Gobiernos socios, y su apertura al diálogo político internacional.
Más allá de la cooperación Sur-Sur, la AGCI se ha convertido en la primera agencia de cooperación del mundo que ha logrado en 2012 la acreditación ante el Fondo de Adaptación, que provee recursos para el cambio climático y se utiliza como referencia para el Fondo Verde para el Clima que se prevé que contribuirá a movilizar 100 mil millones de USD anuales a partir de 2020. Este salto cualitativo permitirá a la AGCI ir más allá de los menguantes recursos de la cooperación internacional y basar su agenda doméstica de desarrollo en los pilares principales del financiamiento externo en materia de las energías renovables, el cambio climático y el crecimiento verde. Todo ello en una agenda que presupone relaciones horizontales entre proveedores y receptores del financiamiento climático, un flujo de recursos que se rige por convenciones internacionales y se nutre parcialmente de mecanismos de mercado.
Dentro de este panorama favorable, también se pueden identificar una serie de próximos pasos a nivel estratégico y operativo, que permitirán profundizar las capacidades de la AGCI y de Chile como oferente de cooperación. En similitud con agencias de otras economías emergentes, destacan las siguientes áreas de mayor atención:
- A pasos acelerados, el Gobierno de Chile se encuentra preparando una política pública de cooperación Sur-Sur que necesita traducirse en el quehacer de todas las instituciones involucradas, incluyendo los ministerios sectoriales. Esto requerirá de una gran disciplina a la hora de permear la gestión por resultados en su marco de desempeño, las fases de la gestión de proyectos y los instrumentos de la cooperación.
- La cohesión entre AGCI y ministerios sectoriales se podrá profundizar con un paulatino refuerzo de las capacidades de estos últimos en su función de organizaciones implementadoras. Aquí podrán darse iniciativas como la formación continua y el impulso a la coordinación inter-sectorial en torno al desarrollo de capacidades institucionales y operativas.
- Como economía emergente de tamaño medio, Chile podrá compensar los ‘techos’ naturales en la disponibilidad del expertise de su sector público (es decir, el número de funcionarios que puedan dedicar parte de su tiempo a la cooperación) a través de mayor involucramiento de expertos provenientes de la academia, las regiones, la sociedad civil y del sector privado en la cooperación Sur-Sur y triangular liderada por la AGCI y los sectores.
- Más allá de los catálogos de buenas prácticas que están surgiendo en muchos países de América Latina, Chile está apostando por una sistematización rigurosa de sus experiencias (en estudios de caso) que consiguientemente podrá llevar a una modulación sistemática de las mismas con vistas al intercambio de conocimiento con otros países.
- El mejor ‘empaque’ de las soluciones chilenas también permitirá estandarizar las metodologías que utilizan los expertos chilenos con vistas a una calidad más homogénea y una mayor capacidad de alcanzar y documentar resultados junto con los Gobiernos socios.
Uno de los ingredientes vitales para mejorar las capacidades y el desempeño de las agencias de cooperación del Sur consiste en una mayor sistematización de su quehacer. Aquí, la AGCI, como uno de los actores más consolidados de América Latina, ya cuenta con un importante capital de aprendizajes, que además se traduce en apuestas novedosas de financiamiento (como del cambio climático y el Fondo Chile contra el Hambre y la Pobreza) y claridad sobre cómo superar las barreras existentes en el corto y mediano plazo. Y el hecho de que la cooperación Sur-Sur en sus modalidades bilateral y triangular, la cooperación descentralizada y el financiamiento climático, se encuentran entre las prioridades políticas de la actual campaña para las elecciones presidenciales en noviembre, augura que este potencial chileno no dejará de ir en aumento en los próximos años.
En definitiva, los múltiples aprendizajes de AGCI le posicionan hoy como un actor de referencia en el marco de la cooperación sur-sur y triangular en América Latina, sobre todo cuando se mira bajo un prisma de calidad y de búsqueda de programas de más largo alcance. De esta forma, sus innovaciones perfilen a la AGCI como un polo de conocimiento para el resto de agencias de cooperación de la región.Texto original : http://www.southsouth.info/profiles/blogs/agci-chile-reflexiones